Un día tiene 24 horas. Y, durante ese tiempo, lo lógico es pensar que una persona puede hacer muchas cosas, algunas pertenecientes al montón de las obligaciones, otras pertenecientes al del ocio. Y no nos equivoquemos, aunque sea importante priorizar aquello que debemos hacer, también debemos aprender a centrarnos, de vez en cuando, en lo que queremos hacer.